Desde la aparición de nuestro planeta, el sol ha sido el motor que mueve la vida en la tierra. La energía que llega a la superficie hace posible la presencia de vientos, el crecimiento de las plantas, el calor de los mares, etc. Por tanto, no es de admirar que el hombre, en su afán de controlar la naturaleza, busque las formas de usar esta energía para su provecho.
Los aerogeneradores son dispositivos que permiten transformar la energía proveniente del movimiento de los vientos (energía eólica) en energía eléctrica. Cuando los rayos solares inciden sobre la superficie de la tierra, calientan las masas de aire de la atmósfera. Pero no las calientan de manera pareja, por lo que las masas más calientes de aire ascienden sobre las más frías. Cuando ello sucede se producen zonas de baja presión, las cuales son ocupadas por las masas de aire frío, produciéndose los vientos. Estos vientos al mover las aspas de un aerogenerador producen electricidad.
En general las mejores zonas de vientos se encuentran en la costa, debido a las corrientes térmicas entre el mar y la tierra; las grandes llanuras continentales, por razones parecidas; y las zonas montañosas, donde se producen efectos de aceleración local. A finales de 2011, la capacidad mundial de los generadores eólicos fue de 238 gigavatios. En 2011 la energía eólica generó alrededor del 3% del consumo de electricidad mundial. El coste inicial o inversión inicial del aerogenerador incide en aproximadamente el 60 a 70% del total. El costo medio de una central eólica es, hoy, de unos 1.200 Euros por kW de potencia instalada y variable según la tecnología y la marca que se vayan a instalar, considerándose la vida útil de la instalación aproximadamente en 20 años.
Existen 2 tipos de aerogeneradores: los horizontales, aquellos en los que el eje de rotación del equipo es paralelo al suelo (Es la tecnología que se ha impuesto, por su eficiencia y confiabilidad y la capacidad de adaptarse a diferentes potencias); y los verticales, cuyo eje de rotación se encuentra perpendicular al suelo (También se denominan VAWT: Vertical Axis Wind Turbine).
En general, los aerogeneradores modernos de eje horizontal se diseñan para trabajar con velocidades del viento que varían entre 3 y 25 m/s de promedio. La primera es la llamada velocidad de conexión y la segunda la velocidad de corte. Básicamente, el aerogenerador comienza produciendo energía eléctrica cuando la velocidad del viento supera la velocidad de conexión y, a medida que la velocidad del viento aumenta, la potencia generada es mayor, siguiendo la llamada curva de potencia. En la mayoría de los casos la velocidad de giro del generador está relacionada con la frecuencia de la red eléctrica a la que se vierte la energía generada (50 o 60 Hz).
Los aerogeneradores son importantes porque permiten generar energía eléctrica haciendo uso sólo de la fuerza del viento, los cuales se emplean para impulsar turbinas generadoras de electricidad. La mayoría de las instalaciones de generadores eólicos son relativamente pequeñas y es práctico su uso en zonas en las cuales no hay posibilidades de obtener energía eléctrica por otros medios.
Este tipo de generadores se ha popularizado rápidamente al ser considerados una fuente limpia de energía renovable, ya que no requieren, para la producción de energía, una combustión que produzca residuos contaminantes o gases implicados en el efecto invernadero. Sin embargo, su uso no está exento de impacto ambiental debidas, principalmente a su localización, ya que son frecuentemente lugares apartados de elevado valor ecológico, como las cumbres montañosas, que por no encontrarse habitadas conservan su riqueza paisajística y faunística, en las cuales puede provocar efectos perniciosos, como el impacto visual en la línea del horizonte o el intenso ruido generado por las palas (además de los causados por las infraestructuras que es necesario construir para el transporte de la energía eléctrica hasta los puntos de consumo).
Pese a que se investiga para minimizarlos, se siguen produciendo muertes de aves por su causa, además de que se ven afectadas las poblaciones de insectos, haciendo que todo el ecosistema de la zona se trastoque. Además, es posible que su uso generalizado pueda incluso contribuir al calentamiento global al bloquear las corrientes de aire. Sin embargo, esta contaminación siempre será menor que la nuclear o la combustión sólida y con menos coste inicial para los ciudadanos.
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